Nos puede ayudar a

 

*Gestionar mejor nuestros problemas y a solucionarlos de forma más efectiva.
 
*Disminuir el desgaste psicológico que nos produce el día a día y hacer frente de forma adecuada a las dificultades que van apareciendo en nuestra vida cotidiana.
 
*Controlar nuestros sentimientos y emociones y manejarlos de forma adecuada.
 
*Potenciar nuestra autoestima, nuestro orgullo y nuestra sensación de logro y éxito en la vida.
 
*Conseguir una sensación muy grata de autonomía y seguridad, así como de percepción de tener el control de la situación.
 
*Estimular las relaciones interpersonales y permite que estas sean gratificantes y nutritivas.
 
*Mejorar nuestro rendimiento en distintos ámbitos, no solo en el laboral, sino también en el académico, el personal, el deportivo…

No podemos controlar aquello que nos sucede, pero si nuestra actitud ante ello…
Una persona puede quejarse, lamentarse sin cesar, dejarse llenar de ira o de indignación hasta el infarto, o bien aceptar la situación y ver de qué modo puede manejarla lo mejor posible y hasta sacar provecho de ella.
Sea cual sea la circunstancia adversa, toda dificultad nos pone a prueba, obliga a ser creativo, a agudizar los sentidos, a volver la mirada hacia dentro en busca de los propios recursos y de las habilidades escondidas; unas veces para sentirse mejor; otras, para sobrevivir. 
En la vida tenemos conciencia de mucho y control de muy poco, que nuestras emociones sean de esas pocas cosas que podemos controlar y el mundo será diferente.